Aproximadamente un siglo después de que una de nuestras más lucidas diputadas luchara, como era habitual en ella, por conseguir el más emblemático derecho de la mujer muchos de los restantes "derechos" siguen siendo el caballo de batalla del día a día.
En nuestro mundo, léase primer mundo, creemos haber llegado al ideal de igualdad que Clara Campoamor promulgaba; pero no es cierto, hoy como todos los días las mujeres se levantan teniendo que enarbolar la bandera de sus derechos. En las oficinas, en la empresas como directivas (las menos), nuestras diputadas y sobre todo, aún, aquellas mujeres que sin trabajo renumerado no paran de trabajar en las casas propias, de sus hijos, de sus nietos, de sus padres, etc.
Sigue siendo necesario que la sociedad no mire de reojo para que los derechos conseguidos no se abandonen y los que están por conseguir se alcancen.
Que decir de los países del tercer mundo donde la mujer sigue siendo el burro de carga en todos los ordenes, no tiene dignidad ni se le supone.
La lucha continuará.
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